¿Chandler? Palabras mayores

Creo que ha sido en algunos de los encuentros de Carlos Boyero, en los que el crítico ha comentado, no sin reticencias, la insistencia de muchos de sus conocidos en nombrar a Michael Connelly y el personaje de Harry Bosch como directos herederos de Raymond Chandler. Vale que todas las opiniones son respetables, pero no creo equivocarme si digo que creo que algunas de las que se vierten sobre Chandler -uno de mis escritores favoritos- estan tan fundadas como este artículo de "El Pais" sobre "El largo adiós", en que la autora demuestra no haberse leído siquiera el libro.

Vaya por delante que muchas de las novelas de Chandler me parecen, en cuanto a la trama investigativa, excesivamente farragosas, y casi imposibles de seguirle el hilo sin perderse. Como escritor policiaco me parece que muchos de sus competidores (Ross McDonald, Chester Himes,
Elmore Leonard),tanto coetáneos como modernos, le sobrepasan, al menos en cuanto a amenidad y claridad de sus escritos. Eso sí, el personaje de Marlowe, como ser humano, trasciende y se escapa de las páginas de sus obras casi siempre al final de las mismas, cuando tiene que tomar decisiones morales sobre el filo de la navaja. Y el investigador alcanza ya la inmortalidad literaria en "El largo adios", libro que un servidor considera una de las grandes novelas americanas del siglo XX, por ser un catálogo completo y pormenorizado de las pasiones, defectos y virtudes humanas

Y que conste que cuando leí las dos primeras novelas de Connelly sobre Harry Bosch, "El hueco negro" y "Hielo negro", me parecieron y me siguen pareciendo excepcionales ejemplos del noir, y yo mismo hubiera apostado entonces por Connelly como sucesor in pectore de Chandler.. Son obras con nervio, garra, y que, al igual que Chandler, plantean casi siempre en su desenlace la elección entre decisiones malas o peores. Sin embargo, a partir de "La rubia de hormigón", todas sus novelas tienen, para mi, un extraño aire de distanciamiento del personaje. Lo que las convierte en entretenidas lecturas de género sin más.

Tengo la impresión, personal y equivocable, que cuando Connelly tuvo que decidirse ante dar el paso de buscar un camino para su personaje, se aferró a su pasado como reportero de sucesos y optó por abrir su mirada al ambiente de la ciudad de Los Angeles, más que a sus personajes. Es una elección completamente diferente a la de James Ellroy, que se sumergió sin paliativos en la locura de sus protagonistas sin miedo a la misma, lo que le ha convertido, en mi opinión, en uno de los poquísimos escritores modernos del género que se ha escapado de las ataduras del mismo y está o será considerado como literato con mayúsculas.

Por el contrario, las obras de Connelly dan cada vez más la impresión de haberse convertido en un "procedimental", una de esas series como CSI que explican los pormenores y vericuetos de la investigación pero sin adentrarse a fondo en los aspectos del personaje. Es curioso que algunas de las últimas obras de Connelly sin Harry Bosch, como "El inocente" o "El veredicto" -si bien en esta última ejerce de secundario- funcionan mejor como relato negro que las últimas novelas del detective.

Al final, Connelly parece haberse convertido en representante del género negro dentro de las listas de "Best Sellers". Igual que Grisham lo es de las novelas de abogados, Robin Cook de las de médicos, Preston & Child del tecno-triller... y, sinceramente, esperábamos mas de él.